Pisas el suelo frío a las 7 y media de la mañana y parece que nada va a ir bien. Tienes sueño, frío y estás desorientado. Vamos, como una de esas noches que sales de fiesta pero en pijama y en tu cama.
Desayunas. Primer paso, el café. Cómo un robot lo preparas casi sin abrir los ojos intuyendo cuándo está listo por el olor que entra por tu nariz congestionada.
El siguiente paso es introducirte bajo el agua caliente de la ducha y rezar para que el aclarado dure una hora y tus dedos se agrieten y te conviertas en una masa flácida que flota en litros de agua caliente. Lástima, no tienes tiempo para una ducha larga y no quieres sentirte culpable con el medio ambiente y los adorables osos polares.
Eliges la ropa con la que crees que te apetecerá ir cuando seas consciente de tus actos y suplicas no pasar frío mientras añades capa sobre capa.
Finalmente te diriges a un coche que ha conservado el frío toda la noche, arrancas y pones tu emisora favorita...Parece que hace sol.
PHOTOGRAPHS by GORDON VON STEINER (GQ MAG)
SMILE!